En un escenario donde casi no hay lugar para otra convocatoria que no sea el posibilismo que nos lleva a los brazos de la corporación política, queremos hacer escuchar la voz de los que no se conforman, de los que creen que otro camino es posible ahora, de los que se quieren tomar la tarea indispensable de promover la participación popular.
Por : Corriente Nacionalñ Emancipación Sur
Creemos que hay que dar la batalla en primer lugar contra la dependencia, y no serán solos que nuestros pueblos logren ponerse de pie, sino con todos aquellos que van dando pasos, a veces con muchas dificultades, hacia la definitiva liberación. No serán solos y no podemos ser pocos: si nuestros pueblos no toman en sus manos esta tarea, pequeños grupos no pueden hacerla.
No somos testimoniales, alentamos la construcción de poder popular, en estos años entendimos que el poder real se disputa cuando existe participación popular real, y que el poder que se obtiene en las mesas de la superestructura de la corporación solamente le sirve y alimenta a quienes pertenecen a ella.
Creemos también que es necesario sumarse a las luchas de una multiplicidad de fuerzas políticas y sociales latinoamericanas que se proponen un cambio cultural que supere tanto el consumismo enloquecido de nuestras sociedades como la fragmentación y el individualismo. Junto a estos movimientos y organizaciones políticas nos movilizamos para defender la vida como valor central en la construcción de un mundo alternativo.
El rol de los trabajadores
Es una prioridad de Emancipación Sur, ser parte de las luchas que estamos dando los trabajadores y las trabajadoras contra el ajuste, contra la precarización laboral, por un salario acorde a la canasta familiar y por condiciones dignas de trabajo. A la vez debemos contribuir a que las mismas se lleven adelante en los marcos de una perspectiva emancipadora. Por eso, resultan alentadoras las disputas protagonizadas por cuerpos de delegados, comisiones internas, nuevos sindicatos que enfrentan de diferentes modos las pautas abusivas y la superexplotación impuestas por el capital. Son estos actores los que van potenciando una conflictividad social que muestra la necesidad de los trabajadores y las trabajadoras de alcanzar mayores grados de justicia social.
Esta es una tarea compleja pero imprescindible si queremos aportar a la construcción de una alternativa política al actual y desgastado modelo de reformulación de la dependencia.
Somos sujetos de transformación social y no objetos de las políticas impuestas. Estamos convencidos que para que haya trabajo digno y sostenido en el tiempo nuestro país debe derrotar a la dependencia y el capitalismo y transitar un proceso político de emancipación nacional y social. Esto es avanzar hacia los objetivos de la soberanía alimentaria, la soberanía energética y la soberanía financiera, o sea hacia la soberanía económica.
Sigue pendiente la necesidad de igualar las condiciones laborales y sociales de las mujeres quienes sufren el desempleo, la precarización laboral, la falta de jardines maternales públicos así como las deficiencias del transporte público mucho más que los hombres.
Estamos en contra del sistema prostituyente y creemos que sin la complicidad del Estado no existiría la trata de personas, así como afirmamos que la prostitución no es trabajo.
Aspiramos a que el horizonte de liberación nacional sea una visión común y compartida por todos los trabajadores y trabajadoras, relacionado con nuestro rol de productores de la riqueza sea esta material o intelectual.
Deuda y dependencia
Desde Emancipación Sur ratificamos nuestra posición histórica de que antes de realizar cualquier pago el Congreso Nacional debe asumir su responsabilidad de investigar y demostrar la ilegitimidad de la deuda externa que ya fue mostrada en el plano judicial. El gobierno de los Kirchner tuvo el suficiente poder y la suficiente mayoría en el Congreso Nacional para investigar la ilegitimidad de la deuda externa pero, en vez de seguir el camino correcto prefirió el camino de la negociación con los buitres entregando nuestra soberanía jurídica a los Tribunales Norteamericanos, agentes indiscutidos del Capital Imperialista en lo Financiero. Lo que es más grave es que durante su gobierno fueron dilapidando el consenso ideológico para terminar con el modelo de dependencia, conseguido en la rebelión popular del 2001-2002, y coherentemente con esto, debilitando el movimiento popular a través de diferentes mecanismos de coerción-cooptación y división.
EL gobierno kirchnerista y toda la dirigencia política de la partidocracia bipartidista han sido cómplices del modelo de dependencia, y no tuvieron el patriotismo y la responsabilidad de haber llevado adelante como bandera de lucha y dignidad del Pueblo argentino, el fallo del juez Ballesteros del año 2000, que después de 18 años de investigación, por la denuncia presentada por Alejandro Olmos, declaró a la Deuda, Ilegal, fraudulenta e ilegítima.
Entendemos que hay un solo camino, suspender de manera inmediata todo pago y que el Congreso Nacional asuma su responsabilidad de investigar la ilegitimidad de la deuda externa, ordenando pagar solo la parte legítima. El camino de pagar negociando soberanía como se vino haciendo ya sabemos a qué nos conduce, ajuste y mas ajuste, mas deuda, mas dependencia, pobreza e indigencia, y como consecuencia mayor profundización de la desigualdad.
Política energética y monocultivo
YPF debe ser 100% nacional, estatal y pública, entendiendo como público un concepto superador de lo estatal que permita la democratización y el control por parte de todos. Debemos sumar la recuperación del 100% de los hidrocarburos para garantizar el derecho a la energía de TODOS LOS ARGENTINOS. También le decimos NO al FRACKING EN LA ARGENTINA por todos los peligros y problemas que esta técnica implica como está demostrado en el documental de Luis Rojas NI AQUÍ NI ALLÍ NI EN NINGÚN LUGAR. Debemos ir urgentemente hacia una matriz diversificada que incorpore fuertemente las energías limpias y renovables y un uso democrático de las mismas.
Es sumamente necesario realizar una Auditoría de reservas convencionales de hidrocarburos y racionalizar el uso de los mismos así como promover y realizar una fuerte integración energética con América Latina.
El ciclo del negocio en materia energética se completa con el uso de los agrotóxicos cuyas fumigaciones provocan daños con terribles consecuencias para la población. Las consecuencias del monocultivo y de la utilización del glifosato no sólo dañan la vida humana sino que contribuyen negativamente al desarraigo obligado que deben realizar muchas personas desde sus tierras originarias hacia los centros urbanos lo que termina en superpoblación de los mismos con todas las consecuencias que esta situación trae para las condiciones de vida de tantas familias.
Seguridad para todo el pueblo
La inseguridad es hija de la corrupción de las cúpulas políticas, empresarias, judiciales y de las fuerzas de seguridad. Los manejos espurios de jueces, funcionarios y dirigencia política, sin ningún tipo de pena para éstos, han dejado un mensaje de impunidad de arriba hacia abajo.
La tan promocionada solución de la policía comunal tiene severas fallas de origen, estas policías de proximidad se van a nutrir de policías retirados de la bonaerense y otros organismos de seguridad, reproduciendo el sistema imperante.
Los vecinos no podemos tener la expectativa de resultados eficientes en la lucha contra delitos en que si no lo están ya, estarán involucrados en breve, porque la clave de una fuerza saneada y que esté al servicio de la sociedad debe ser la dirección política, y esa dirección está en manos de quienes vienen manejando o tienen vínculos con las redes mafiosas.
Finalmente, esta maniobra generará un enorme gasto en personal, vehículos, bases, armas, uniformes, gasto que se podría dedicar al desastroso sistema de salud de los municipios, y no resolverá el tema de la seguridad ciudadana. Lo más probable es que reproduzca a nivel local el accionar de la bonaerense, ese ejército que opera en contra de la gente, pero suministrando caja para la política. El camino de la solución de este complejísimo problema está en mucha mayor participación y control por parte de la sociedad, para generar una dirección política que se ponga al frente de las fuerzas y las conduzca a favor del pueblo, y en dotar a cada barrio de instituciones sociales para combatir el abandono y la exclusión. Si existiera la voluntad política, no sería tan difícil. Es preciso poner en marcha el enorme potencial que tienen nuestras comunidades cuando actúan en forma solidaria y convencidas de una transformación. Si la familia o el barrio no pueden contener a los niños y a los jóvenes, el Estado debería movilizar recursos para hacerlo, para poder combatir la desigualdad de la que parten nuestros pibes desde antes de nacer. Este es el gran tema de la Provincia de Buenos Aires, su característica más marcada es la profunda desigualdad. Juntamente con la entronización del consumo sin freno, se agiganta la distancia entre los que más tienen y los que no pueden acceder a un universo de objetos deseables que miran desde afuera. Esta situación es esencialmente violenta.
Debemos transitar el camino inverso a aquel al que fuimos desviados en las últimas décadas, en que cada vez nos encerramos más en nuestras casas y círculos cada vez más pequeños, y volver a mirar a los que tenemos al lado para tender los puentes y tejer las redes para enfrentar las mafias y el narcotráfico, entendiendo que en su expansión el capital utiliza el delito como parte del sistema económico.
Derechos sociales e igualdad para nuestro pueblo
El incumplimiento de los derechos sociales garantizados en nuestra Constitución Nacional, su creciente mercantilización nos lleva a subrayar la importancia que tienen la salud, la vivienda, la educación, la previsión social en la concreción de una vida digna para todo nuestro pueblo. Más allá de los avances formales en algunos de estos derechos, la realidad de las mayorías populares en la actualidad muestra que el Estado Nacional y los estados provinciales no han garantizado un acceso igualitario a estos derechos sociales. Esta situación no hace más que mantener o, en algunos casos, profundizar, los niveles de desigualdad social que atraviesan a los diferentes sectores sociales que habitan nuestro país y nos recuerda que los límites para asegurar derechos sociales los siguen poniendo el capital y los mercados.
Emancipación Sur sostiene una búsqueda comprometida con la igualdad, porque se plantea la necesidad de reducir las brechas sociales, mejorar las formas de articulación social y promover un destino social más justo para nuestro pueblo en el que tenga cabida otra distribución del poder político y social.
Democracia
La esperanza de vivir bien está ligada indisolublemente a un cambio cultural que deberá atravesar todo el incentivo al consumismo, al individualismo, a la fragmentación social y destrucción de valores como la solidaridad, el compromiso y la verdadera rebeldía antes las injusticias.
Esto implica no aceptar las reglas de juego, y trabajar diariamente para cambiarlas.
No es cuestión de programas políticos, que son necesarios, sino que en un país donde lo único que parece disputarse es el poder real tendrán que cambiar, necesariamente, las formas de hacer política, y eso nos toca a todos, especialmente a los que desde los discursos sostenemos la necesidad de cambiar este orden tan injusto.
El oportunismo y la mezquindad son detestables en los que conservan el orden pero imperdonable entre los que sostenemos que queremos cambiarlo, y la necesidad de cambiar esto es ineludible y necesario.
Democratizar la democracia implica desarrollar el compromiso con el otro, pero el otro tiene que ser el más débil y perjudicado y también las futuras generaciones y ese compromiso se deberá traducir en una participación que reivindique la política entendiendo que por más difícil que resulte la tarea de revalorizarla es la única posibilidad de superación para cambiar esta realidad por otra digna de ser vivida por todos.
Democratizar la democracia significa ir cambiando las reglas del juego, relativizar representantes y dirigentes y valorizar la participación de todos que necesariamente deberá ser organizada y orientada al bien común. Lo que nos afecta a todos necesariamente debería ser decidido por todos y la práctica cotidiana se trasladará a la política formal, a las leyes y a lo institucional y no al revés.
Revalorizar la política como herramienta de transformación social, pero no una transformación de alternancia de poderosos sino una transformación que construya una nueva sociedad donde la mayoría real sea la verdadera beneficiada tanto en bienes materiales indispensables para la vida como en bienes culturales y espirituales concretando los sueños de todos los luchadores que han depositado su esperanza y fe en el ser humano y su potencialidad.
Sabemos que a partir de las formas que adoptaron las actuales democracias, es necesario discutir su tendencia a concentrar en pocas manos la toma de decisiones que inciden en el destino de nuestro pueblo. Por eso, apostamos a una democracia con amplia participación popular, con consultas, plebiscitos y movilizaciones que marquen el rumbo de nuestros gobiernos.
En las ciudades es importante seguir acrecentando el protagonismo ciudadano, en este sentido creemos que la experiencia de las comunas en la ciudad Autónoma de Buenos Aires es importante como uno de los caminos hacia este protagonismo necesario.
Es decir, intentamos debatir las formas que adquiere el actual régimen político, sus formas de representación, los tipos de participación ciudadana predominantes en función de alcanzar otra distribución del poder político de actores y sectores sociales alejado de una funcionalidad meramente electoralista.
Integración latinoamericana
Numerosos obstáculos impiden comprender con claridad que los primeros beneficiados con la integración latinoamericana somos todos los latinoamericanos. Nuestra educación y cultura bajo la dependencia nos hace creer que todo lo de los países mal llamados "desarrollados" o del "primer mundo" es mejor y que seguimos necesitando de ellos. Estas creencias colaboran con las políticas de turno que benefician en su mayoría intereses extranjeros, al propio país y
a esta comunidad de países que constituye la CELAC. Esta integración debe ser un interés por encima de nuestras diferencias internas por eso llama la atención, acá en la Argentina que se mezcle una política de integración con las características de nuestro gobierno. Tanto el gobierno como la oposición son responsables de esto. El gobierno dando una idea superficial, y discursiva sobre el tema y usándolo para afirmar un matiz de izquierda que no puede sostener con sus diez años de modelo y la oposición, en el mismo debate, negando o siendo despectivo con este importante proceso de integración. El primero trabaja en la integración solamente de forma y el segundo ni siquiera eso. Adherimos firmemente a los principios y valores que propone y desarrolla el ALBA teniendo como objetivo la integración y autonomía de América Latina toda.
"La creciente extranjerización de la economía da por tierra cualquier proyecto emancipador, aunque se apele a las causas emancipatorias del pasado, esto no se traduce a lo vivido en esta época, la simbología de los queridos símbolos patrios debería estar acompañada por una soberanía plena y real sobre los bienes naturales y la posibilidad de desarrollar industrias nacionales compatibles con el medio ambiente y el desarrollo humano así como colaborar firmemente para profundizar una América Latina integrada, emancipada y autónoma
como creían nuestros mejores antepasados, esos hombres imprescindibles, honestos, patriotas, humanistas y profundamente rebeldes ante las injusticias."
LO PRINCIPAL ES LA SOBERANÍA NACIONAL Y POPULAR
Necesitamos un Frente Nacional, Popular, Democrático y de Emancipación
El desafío de construir una alternativa consecuente de liberación nacional y social continúa pendiente. Como dice un aforismo latinoamericano “transitar de la rebelión a la revolución”. Esta alternativa no es solamente un capricho voluntarista sino la necesidad de superar la creciente profundización de la crisis estructural de la dependencia.
En el plano productivo el carácter estructural de la crisis se expresa por un lado en que se profundiza la desindustrialización del país y a su vez la industria que se desarrolla es crecientemente dependiente de la inversión extranjera y del financiamiento de las importaciones necesarias por parte de las exportaciones agropecuarias. Desde la Dictadura en adelante no se ha detenido el proceso de desindustrizaciòn y a su vez la industria que se desarrolla es altamente dependiente (en lo tecnológico y en sus orientaciones estratégicas) del capital imperialista. Hoy más que nunca necesitamos avanzar en la industrialización de nuestro país en una dirección autónoma, sostenible y a través de un proyecto que sea compatible con la producción de recursos naturales existente en nuestro país. Necesitamos trabajo genuino y no artificial, inventado para justificar el subsidio que permite garantizar la gobernabilidad.
La crisis estructural de la dependencia se expresa en que la función de la producción agropecuaria es exclusivamente la de la exportación para producir los dólares necesarios para financiar las importaciones, las remesas de utilidades del capital imperialista, la deuda externa, las patentes de la dependencia tecnológica y muchas veces el turismo. Esto genera una profunda distorsión del uso de la tierra, limitando así su uso potencial en la dirección de la producción de alimentos para nuestro pueblo y en la producción de insumos para nuestro desarrollo industrial. Esto en el marco de una inmensa depredación ambiental. Es clave avanzar en una reforma agraria por vía de garantizar el acceso democrático a la tierra. La tierra es de todos los argentinos y su uso debe estar en función de las necesidades del conjunto y no de unos pocos terratenientes. Otros dos centros de la crisis estructural de la dependencia son la energía y el transporte.
De la crisis estructural de la dependencia no se sale con más dependencia sino con una profunda transformación del aparato productivo de nuestro país. Esto es imposible sin arribar al aparato del estado y con el suficiente poder popular para producir avances revolucionarios reales y no terminar gestionando una nueva reformulación dependiente con la consecuente generalización de la pobreza de nuestro pueblo.
Hablamos de un Frente Popular porque queremos recuperar la trayectoria histórica de las luchas populares de nuestro país y de América Latina. Y es por eso que en la actualidad, queremos inscribirnos en las luchas de los trabajadores y trabajadoras, de grupos y colectivos sociales sometidos a la informalidad laboral, de movimientos sociales que plantean diferentes escenarios y horizontes, sabiendo que a todos nos congrega la necesidad de enfrentar al capitalismo en todas sus formas y promover nuevas búsquedas que generen una sociedad alternativa.
Hablar de una alternativa nacional, popular y democrática implica gestar un espacio dirigente, un Frente Nacional, Popular y Democrático y de Emancipación, capaz de constituirse en una herramienta clave hacia el futuro.
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