MALVINAS Rendimos homenaje a los hijos de nuestro pueblo que murieron combatiendo, y a los que injustamente olvidados, sucumbieron en la tristeza. Su amor a la Patria da el sentido para nuevas generaciones en el inexorable camino a la emancipación. Por: Emancipación Sur   EN LA TRINCHERACada 2 de Abril, día de Los Veteranos y Caídos en Malvinas, recordamos a los que entregaron su vida para recuperar nuestra soberanía en el atlántico sur. Sentimos su mirada de amor a la patria sobre nuestras almas y por eso, contra viento y marea, día a día, construimos una fuerza emancipadora  para romper las cadenas de la colonización cuyo eslabón más trágico es la usurpación sangrienta de nuestro archipiélago. Por ese anhelo popular de vivir libres de toda dominación y que compartimos fervorosamente con todos nuestros hermanos sudamericanos, también rendimos homenaje al gaucho Rivero, que junto a sus compañeros, peones explotados por los ingleses, reconquistaron las Malvinas en 1833. Carlos del Frade nos recuerda que “El domingo 26 de agosto de 1833 estalló la rebelión encabezada por el gaucho Rivero. Él y siete de sus compañeros se alzaron en armas y pasaron a cuchillo a Mathew Brisbane, a Ventura Pazos, a William Dickson, al alemán Wagner y a algunos otros”. La bandera británica fue arriada del mástil de la gobernación y en su lugar se izó la enseña de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Las Malvinas volvían a estar en manos nacionales, merced al coraje de un puñado de criollos, hartos de los atropellos y el despojo. Los ingleses volverían a ocupar las islas un año después gracias a que el gobierno de  Buenos Aires  se centró en estériles protestas diplomáticas. Un siglo y medio después, sirviéndose de una causa nacional, la dictadura genocida se jugaba a perpetuarse en el poder. Entonces elucubra la peregrina idea de que una vez recuperadas militarmente las islas, EE.UU. iba a propiciar una negociación de soberanía compartida favorable a Argentina. Creían que por sus “servicios” prestados a las bandas paramilitares de Centroamérica (promovidas por los norteamericanos), que desangraron a la revolución sandinista y salvadoreña, la neutralidad de EE.UU. estaba garantizada. La vergonzosa política de la dictadura genocida contrastaba con la voluntad de lucha de los jóvenes soldados, cuyo origen era mayormente campesino y obrero, y la solidaridad enorme de la población argentina. Pocos días antes  que cayera Puerto Argentino, vino el papa Juan Pablo II para negociar la humillación de la rendición. Su diatriba por la “paz” no podía significar otra cosa que la derrota de nuestra oprimida Patria. El conflicto de Malvinas representa el emergente, inscripto a sangre y fuego, de la política de entrega por parte de la clase dominante argentina a lo largo de nuestra historia. Antes durante y después del conflicto Malvinas no hubo la más mínima voluntad de tocar los intereses económicos de los Británicos ni de sus aliados. Por el contrario, hoy el saqueo de nuestros recursos naturales de las islas y el continente  se multiplica geométricamente y se profundiza en un verdadero estatuto del coloniaje. En Malvinas cuatro empresas petroleras se están llevando todo nuestro recurso estratégico en una de las cuencas más ricas del mundo. Esas empresas pertenecen a un conglomerado de organismos internacionales, bancos y empresas transnacionales, consultoras y medios de comunicación, llevando adelante un modelo neocolonial que modificó la estructura constitucional, jurídica, económica y patrimonial de la Argentina concretando un paradigma extractivista y de liquidación de toda resistencia soberana sobre la tierra, el agua y el aire. Hemos llegado a este grado de dependencia de la mano y el garrote de la partidocracia bipartidista, de los dos grandes partidos políticos, la UCR y el PJ, que degradados y alejados de sus orígenes, posibilitaron  se arrasara con años de construcción del Estado de Bienestar y de desarrollo autónomo. Son los responsables de haber ejecutado los planes del Banco Mundial y del FMI, coronados en el Pacto de Olivos y de un conjunto de tratados afianzando el dominio neocolonial. En las islas Malvinas volverá a flamear nuestra bandera, así como el ejercicio soberano en lo económico, político, social y cultural cuando el pueblo protagonice un gran movimiento emancipador en donde se temple la fuerza política alternativa que lleve adelante el Proyecto Nacional.