Una vez m谩s los argentinos nos vemos obligados a opciones que se caracterizan por una impronta fuertemente corporativa, aunque detr谩s de cada oferta haya una porci贸n de sectores que luchan por hacerse del poder del estado.聽En ning煤n caso las tres posibles ofertas (incluidos sus candidatos territoriales) representa otra cosa que su propia agenda.
Por: Silvia Baffigi - Presidenta de la Corriente Nacional Emancipaci贸n Sur
Una vez m谩s los argentinos nos vemos obligados a opciones que se caracterizan por una impronta fuertemente corporativa, aunque detr谩s de cada oferta haya una porci贸n de sectores que luchan por hacerse del poder del estado.
En ning煤n caso las tres posibles ofertas (incluidos sus candidatos territoriales) representa otra cosa que su propia agenda.
Es que el poder est谩 en otra parte, no en los devaluados pol铆ticos, que, sin embargo son obedientes a estas premisas.
El kirchnerismo termina su ciclo sin haber modificado los problemas estructurales de nuestro pa铆s, cuya econom铆a contin煤a siendo fuertemente desigual, deformada y dependiente, y habiendo profundizado el car谩cter extractivista del modelo productivo, sin raz贸n alguna existiendo la posibilidad de un desarrollo productivo aut贸nomo y diversificado.
Las propuestas electorales solo plantean la continuaci贸n, agregando nuevo endeudamiento y en el caso del macrismo y seguramente el massismo alineamiento con la alianza del Pac铆fico (que Carri贸 empuja con entusiasmo).
El nuevo paradigma de la lucha sin cuartel contra el narcotr谩fico, instalado por los norteamericanos para la intervenci贸n de las FFAA en los asuntos internos de los pa铆ses, es aceptado por todos los candidatos (presidenciales, provinciales y legislativos). No es que el narco no sea un problema grave, sin embargo no es el principal problema y para nada creemos que la manera de combatirlo sea la mencionada intervenci贸n, agitada para disciplinar tambi茅n y de paso la posible movilizaci贸n popular.
El poder ha advertido que los movimientos sociales son tal vez la expresi贸n pol铆tica de esta nueva etapa, y todav铆a no deline贸 una estrategia de dominaci贸n. S铆 lo hizo exitosamente con los partidos pol铆ticos, basta mirar el desalentador panorama en nuestra patria.
Si estudiamos c贸mo se fue recortando la democracia formal, con representaciones anquilosadas cuyo ejemplo m谩s evidente son las c谩maras legislativas donde los proyectos e inquietudes de vastos sectores de la poblaci贸n se estrellan contra el muro infranqueable del sistema bipartidista, donde algunos diputados s贸lo tienen la posibilidad de decir discursos u organizar audiencias sobre tem谩ticas demandadas por los trabajadores o el pueblo pero que jam谩s pasan al nivel de ser debatidos por los supuestos representantes, dec铆amos si observamos como se fue recortando por ejemplo con la reforma pol铆tica, que barre con la peque帽a posibilidad de que las expresiones minoritarias pongan sus propuestas a disposici贸n de la gente, y que alcanza un nivel de proscripci贸n escandalosa en la Pcia. de Buenos Aires; tal vez lleguemos a entender por qu茅 los ciudadanos con mayores inquietudes se refugian en organizaciones de otro tipo.
A partir del 2001 se gener贸 un cambio en la participaci贸n popular, y nuestro pueblo se agrupa en torno a las causas m谩s diversas, debate democr谩ticamente, resuelve acciones, propone鈥︹..y desprecia la 鈥減ol铆tica鈥. Hemos entregado la pol铆tica a un grupo de personas que se representan a s铆 mismos y s贸lo buscan perpetuarse en el poder. Para esto, cuentan con el apoyo de los que verdaderamente lo manejan, quienes los proveen de dinero, especialistas, economistas, planes y campa帽a para que lleven adelante sus propuestas.
Los partidos pol铆ticos, a煤n los m谩s peque帽os, cayeron en la ilusi贸n partidocr谩tica, y con la consistente ayuda de la legislaci贸n que los sostiene (tambi茅n financieramente), luchan denodadamente por hacerse un espacio en esta nueva clase. Detr谩s del desendeudamiento est谩 el endeudamiento. Detr谩s del desarrollo est谩 el extractivismo y la entrega. Detr谩s del autoabastecimiento energ茅tico est谩n los subsidios y los negocios con las petroleras. Detr谩s del combate al narcotr谩fico est谩 el control de la rebeli贸n popular y el genocidio de generaciones enteras. Detr谩s de las urbanizaciones est谩n los countries. Detr谩s de parar la inflaci贸n est谩 el ajuste.
Y vamos d贸cilmente a elegir entre estas opciones. Nosotros creemos que hay que trabajar sin descanso por desnudar estas realidades, y s贸lo lo lograremos a partir de la participaci贸n del pueblo en todos los niveles. Nosotros creemos que hay que generar organizaciones de nuevo tipo, imaginar una mayor y mejor democracia, luchar por tirar abajo las leyes proscriptivas. No debemos perder una sola conquista que haya costado lucha, pero no cesar la rebeld铆a y el reclamo. Nada nuevo nos espera, y no debemos esperar nada mejor de lo que viene. Estas formas de representaci贸n propias del siglo pasado no nos sirven como sociedad, y los movimientos sociales, los compa帽eros que participan en ellos, deben admitir que la resoluci贸n de los conflictos es la pol铆tica, la b煤squeda de nuevas alternativas.
Todas estas tareas nos esperan en la etapa que se abre. No sostenemos que cuanto peor sea la situaci贸n es mejor para nosotros, no deseamos esto porque somos parte del pueblo que sufre y sufrir铆a aun m谩s; hasta ahora no logramos, por debilidad, por falta de oportunidad, tambi茅n por falta de respuesta de organizaciones hermanas, construir una alternativa que se plante claramente y sea elegida por vastos sectores populares. Hay que hacerlo.