
“El encuentro de Guayaquil en verdad fue un acuerdo entre los libertadores, que persiguieron los mismos objetivos y en donde San Martín no tiene más remedio que dejar paso a Bolívar porque él ha sido abandonado por el gobierno de Buenos Aires. Bolívar estaba en condiciones de seguir con su campaña victoriosa. Hay toda una trama para oponer las dos figuras, sin embargo esa unión de los dos es el acuerdo que permite llevar a cabo la culminación de la guerra.” dice el historiador Hugo Chumbita.
También Felipe Pigna al referirse a las razones del “retiro” de San Martín menciona como causa principal el enfrentamiento que el gobierno de Buenos Aires, en la figura de Rivadavia, (sí, el mismos que comienza nuestra dependencia económica y política mediante el mecanismos de la deuda externa) y lo expresa de esta manera:
“Esta decisión tenía mucho que ver con la enemistad manifiesta de las autoridades porteñas, que habían abandonado a su suerte al Libertador y su ejército. Como vimos, el nuevo hombre fuerte de Buenos Aires, Bernardino Rivadavia, viejo enemigo de San Martín, había dado por concluida la campaña libertadora. Claro que para algunos suena mejor hablar de “misterio” antes que admitir que el Estado argentino –entonces en manos del “más grande hombre civil de la Argentina”, al decir de Mitre– había tomado la férrea decisión de destruir a San Martín, abandonándolo y quitándole toda capacidad de negociación y todo apoyo militar para terminar su gloriosa campaña. El general argentino tuvo que tomar entonces la drástica decisión de retirarse de todos sus cargos, dejarle sus tropas a Bolívar y regresar a su país.”
Queda en nosotros, los latinoamericanos continuar trabajando por la emancipación y la integración de América Latina, y nos parece necesario señalar este horizonte en estos nublados días, donde se torna imprescindible evaluar los límites de los llamados “gobiernos progresistas” y construir, desde dónde y cómo sea, pero manteniendo muy nítida nuestra historia, una sociedad, un país y una región de libres e iguales. Esto es imprescindible para que San Martín y Bolívar no sean sólo monumentos más orientados hoy en día al entretenimiento turístico que a colaborar con el espíritu patriótico y la necesidad de liberación.