Libertad. ¿Qué palabra, en nuestra cultura occidental, tiene más poder que esta? Y hay razón para esa fortaleza, está haciendo referencia a una cuestión central a la dignidad de cada persona.
Claro que, cuando alrededor de ella empiezan las preguntas, la cuestión no es tan clara. Cuáles son los lÃmites, si los hay, si deben ponerse lÃmites, cuáles son sus consecuencias,… La historia se encuentra atravesada por estos debates.
Y, en el devenir de la historia, sin pretender cerrar debate alguno, pero viendo la realidad un poco más allá de lo que los grandes comunicadores pretenden, se puede repetir la reiterada expresión: ¡Libertad, cuántos crÃmenes se realizan en tu nombre!
Desde los albores del capitalismo, palabras derivadas de libertad, han estado y están presentes en la vida de los Pueblos. Los que ya tenemos más que algunos años, podemos recordar “el principio de libre navegabilidad de los rÃosâ€. Bajo esta frase se  nos enseñaba historia en la época de mi primaria, ¿Quienes defendÃan este concepto? desde ya los buenos, ¿Quiénes se oponÃan? Desde ya los malos, los gobiernos dictatoriales que se oponÃan al progreso en nuestras tierras. Muchos aún, sin demasiado análisis, deben creer que esto era tal cual se nos planteaba. Atrás de ese planteo estaba una cuestión central a la dominación que pretendÃan los poderosos de turno. Era tan asà que las dos principales flotas imperiales, vinieron a imponer a sangre y fuego el seudo principio. Ingleses y franceses asà lo intentaron.
La historia siempre se tiñe de ideologÃa, nunca es neutra. Si lo sabrán los que dominan. Siguió el tránsito de la historia, y girando alrededor de libertad,  nos hablan de liberalización de los factores de producción, libre circulación de los capitales, libre comercio,…
Todo el sistema comunicacional, puesto al servicio de los poderosos, nos bombardea a diario con ese discurso. Todo ello se nos propone en nombre de un progreso de la humanidad. En principio progreso para todos, con el paso del tiempo vemos que ese progreso derivado de la supuesta libertad, lo eran para unos pocos, quedando como perdedores las grandes mayorÃas y la naturaleza toda.
Hoy, en esta realidad, reiteradamente, vuelve a nuestro cotidiano la cuestión del llamado “libre comercioâ€. Hoy se nos está planteando, para que se acepte que nuestro paÃs, nuestros paÃses, ingresen a los distintos tratados de libre comercio –agregando servicios-  en boga hoy.
Se nos dice, se nos satura con qué mejor para todo el mundo que el “libre comercioâ€, que derribar las fronteras, permitir que los bienes circulen sin traba alguna mejorará la vida de todos, que dispondremos de más y mejores bienes y servicios. Todo en nombre de la libertad.
Ninguno de los opinólogos con micrófono, algunos precedidos por el pomposo tÃtulo de “economistas† ponen en debate serio esta cuestión, ninguno se pregunta y pregunta ¿existe el libre comercio?
No lo hacen ni lo harán, ya que no hay que avivar giles. Lo que llaman “libre comercio†¿es una realidad, se verifica realmente? Los que dicen que saben, si fueren leales al Pueblo, deberÃan hablar sinceramente y explicar que esta cuestión es un planteo teórico, desarrollado al inicio del capitalismo moderno, con el propósito claro de darle justificación ideológica a la dominación derivada de la acumulación financiera y la ventaja tecnológica surgida de la revolución industrial. Como prueba de las consecuencias de ello, para el que le interese puede ver las consecuencias prácticas de ello  en la destrucción de la industria textil de Calcuta.
Y afirmo que es un planteo teórico porque no se cumple en la realidad, Para existir “libre comercio†deben circular libremente los factores de producción. Ellos son el capital, los bienes y el trabajo. El planteo teórico que asegurarÃa el progreso para todos, requiere que no existan las fronteras nacionales. Esta es la pretensión de los que dominan, que no existan las fronteras nacionales, pero con una “pequeña y obvia†salvedad. Todo debe circular libremente, excepto el trabajo. Para el trabajo sà que hay fronteras y como prueba se puede ver la realidad del Tratado de Libre Comercio para América del Norte, comúnmente conocido como N.A.F.T.A.
Los ganadores de este Tratado lo tenÃan bien en claro, estableciendo en él que se debe asegurar la “libre circulación de las inversiones y del personal jerárquico de las empresasâ€. Claramente se exceptúa de esa “libre circulación†al trabajo, a los trabajadores. Eso es tan asà que hoy, a más de veinte años de la vigencia del Tratado, no se ha avanzado en nada en cuanto a la legislación en común del trabajo. Para completarla hoy, un candidato a la presidencia de los EEUU, plantea que debe construirse un muro que cierre totalmente las fronteras.
Los que defienden el “libre comercio†saben muy bien de esto, por eso se cuidan prolijamente que no se hable de ello. Solo vale declamar el tÃtulo, jamás se puede aceptar que el Pueblo, los Pueblos entren lealmente en debate, que tomen conciencia de lo que ha significado y significa para inmensas mayorÃas de nuestro mundo la vigencia concreta de estos tratados.
Vemos a diario los superflujos con que se muestran las minorÃas, bajo el silencio cómplice de muchos satisfechos, en contraposición con multitudes de desarrapados, viviendo en condiciones infrahumanas, expulsados de ese mundo del que nos hablan y que la realidad muestra que es  para unos pocos. Para colmo, ahora se nos plantea “la meritocraciaâ€. Esto cabe solamente en la mentalidad de los que se creen â€justosâ€.
Nuestra América en particular está siendo expuesta sin crÃtica histórica alguna a esta trampa.
La trampa, el engaño, consiste en que en la realidad no se verifican los presupuestos teóricos que sustentarÃan el llamado “libre comercioâ€. Por lo tanto, si no se cumplen, no se verifican, hay que concluir que en la vida de los Pueblos, en la realidad del mundo, NO EXISTE EL LIBRE COMERCIO.
Reitero,  si no se cumple el principio de la libertad de circulación irrestricta de los factores de producción, NO EXISTE EL LIBRE COMERCIO. Por todo ello y atendiendo al poder que tienen las palabras en la construcción de imaginarios sociales, hay que plantearse que no hay que hablar de “libre comercioâ€. Hacer lo contrario es fortalecer el mensaje que imponen los que dominan.
Como muestra de lo que significa ir a la trampa que proponen los que dominan al mundo, propongo al que lee,  que nos miremos en el espejo de Méjico después de  más de veinte años de vigencia del N.A.F.T.A. Se advertirá fácilmente el deterioro de las relaciones económicas, la quiebra de la agricultura tradicional, una industria manufacturera en base a maquilas, armadurÃas, sostenidas por mano de obra en condiciones de esclavitud, con salarios muy inferiores al de los trabajadores del socio mayor, concentración urbana sin precedentes derivadas de este modelo productivo y para colmo de males sometida al narcotráfico. Como coristas de esta realidad, un aparato polÃtico, el PRI, funcional a la dominación.
En ese mirarse en el espejo, hay que preguntarse hoy, año 2016, el por qué multitudes de centro-americanos ponen en riesgos sus vidas, abandonando sus lugares y su historia. ¿Acaso ese paraÃso que nos intentan vender nuevamente no terminará en otros nuevos exilios?
Para que eso no ocurra en  la vida del Pueblo hay que empezar a descubrir las trampas que se nos ponen desde el lenguaje. Todo el sistema comunicacional está a disposición de los que dominan e imponen. Si dominan, oprimen. Por ello debemos oponer palabras que tengan fuerza, significado, que se contrapongan a las palabras que nos imponen, palabras que encubren lo contrario a lo que parecen.
No es lo mismo creerse justo, que buscar justicia. No es lo mismo usar palabras que parece que hablan de libertad y en la realidad significan mecanismos de opresión, de esclavitud. Esas palabras que nos imponen, penetran en nuestras propias conciencias hasta hacernos creer que dándoles lugar, cumpliendolas, el mundo será mejor.
Esta trampa, este engaño, apoyado en un sistema comunicacional mundial de poder formidable, pone en nuestras propias bocas estas palabras, nos las hace hacer propias. Cuando eso llega, la trampa, el engaño es completo. La lucha cultural está en no caer en la trampa, en el engaño, rechazar las falsas palabras y luchar por aquellas que contradicen el discurso dominante.
Por eso, partiendo de la propia palabra libertad, debemos recuperar con todas nuestras fuerzas la palabra “liberaciónâ€. Ante la dominación que se nos impone, pongamos todas nuestras fuerzas no solo en la liberación individual, sino fundamentalmente la liberación como Pueblos, donde la justicia que corresponde a todos y cada uno por dignidad propia, se vaya convirtiendo cada dÃa en una realidad concreta.
Juan AnÃbal Albaytero -Dirigente Corriente Nacional Emancipación Sur.