Por Laura García VazquEz - Emancipación Sur imagesHabiendo de alguna manera pasado la etapa en la que se desplegaron con preponderancia los gobiernos progresistas en latinoamérica, es momento de asumir con toda claridad la realidad. En esto de señalar como pasado esa etapa, creemos que ha tenido vital importancia, nuestro país, Argentina y el hecho de que luego de 12 años de gobierno del kichnerismo haya ganado las elecciones una alianza con las características de Cambiemos,  construida desde un partido como el PRO,  y teniendo como presidente hoy a una persona como Mauricio Macri. Mientras “atrasamos” en un montón de cuestiones y la situación nos impone cambiar las prioridades, nos parece justo y necesario establecer una sana crítica al progresismo en general, y al que fue nuestro gobierno en particular, y avizorar un futuro digno para nuestra región. Estar en otro momento de ninguna manera implica resignar nuestras aspiraciones sino por el contrario, implica replantear seriamente algunas cuestiones. Como es sabido los momentos de crisis son oportunidades, si se aprovechan, claro. Entonces, es en este preciso momento  cuando nos detenemos en las siguientes reflexiones: existen nuevas formas de dominación que operan de manera más silenciosa (y por lo tanto más imperceptible) que las tradicionales, y a las que no podemos oponernos utilizando los mismos recursos. Estas formas desarrolladas en la actualidad intentan hacernos dependientes, en lugar de sumisos. De ahí la importancia de la emancipación y la independencia como concepto, teniendo esto lugar tanto si pensamos en personas como si lo hacemos en localidades, regiones, países.  Como ya venimos señalando, el consumismo, el individualismo y el egoísmo son los males a los que hay que atacar. Y si a estos males los pensamos desde el trabajo de construcción de derechos colectivos se vislumbra claramente  la necesidad de atacar y destruir el poder que segrega el consumismo generando indiferencia, anestesia y banalidad por doquier en nuestra sociedad. Con los graves problemas civilizatorios que enfrentamos y sin miras serias de poder resolverlos,  con la amenaza concreta del cambio climático y sus consecuencias, desde el continente más desigual (no más pobre) del planeta, es importantísimo imaginar, construir o pensar un despertar, que no tiene que ver con lo religioso sino con salir de la pasividad y la anestesia que son incentivadas permanentemente por medio del consumo, de la comunicación, del manejo de las emociones y se interponen entre nosotros y la realidad, no la nuestra propia e individual, sino la de todos. Anestesia es lo contrario de sensibilidad y esta actúa para que no visualicemos el conjunto. Contribuye a eso una marcada y acentuada fragmentación de la información y todos nos referimos como si fueran certezas incuestionables a aspectos e incluso acontecimientos que distan mucho de la verdad. Es lo que creemos o lo que vemos y dejamos de lado la terrible parcialidad de esto. Bueno, todo lo anteriormente planteado no ha sido considerado (estamos hablando en general de los gobiernos progresistas, y a la vez, particularmente del caso de nuestro país, Argentina). Hacer la apología del consumo debido a su papel preponderante en el manejo de la economía, no ha traído buenas consecuencias como modelo social y cultural. Un gobierno no puede imponer un modelo productivo, económico, social y cultural (sería autoritario si así lo hiciera)  pero nada le impide promoverlo, incentivarlo, visualizarlo. Combatir los negocios privados y extranjeros es necesario desde lo económico pero también es imprescindible desde lo cultural. Sería un gran paso ponernos de acuerdo al menos en que los derechos básicos para toda la población no pueden estar a disposición de intereses económicos. Si nos pensamos como seres vivos: agua, alimentos y energía son la prioridad absoluta. Si nos pensamos como personas, niños y niñas, jóvenes, hombres y mujeres en primer lugar con derecho a la salud, a la educación y a la vivienda,  garantizar los mismos y protegerlos de intereses también debería ser prioritario. ¿Qué es lo que impide que esto sea una realidad? La insaciabilidad de una desigualdad económica que sigue creciendo, en el contexto de un país dependiente como el nuestro que debe buscar su emancipación y su libertad si pretende dignidad para la sociedad entera. Con toda sinceridad decimos que así como nunca se nos hubiera ocurrido igualar a los gobiernos progresistas con los gobiernos conservadores, es necesario debatir claramente sobre sus errores y límites (que en nada les quita sus virtudes) en la necesaria perspectiva de construir otra realidad, la de la dignidad de un país y una región con todos los derechos humanos  para todos.
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