
Hoy enfrentamos el paradigma del paÃs privado. PaÃs para pocos, paÃs country que deja afuera a casi todos, y los convierte en satélites y servicios de un mundo exclusivo que no para de recibir privilegios.
El gobierno nos administra. Es la polÃtica gerencial de la no polÃtica. Cualquier protesta es tildada de “polÃtica†como descalificación, como acto que proviene de otra realidad que está vedada en la burbuja que construyen sin prisa y sin pausa. La realidad se difunde a través de una lente distorsiva, si creemos lo que nos muestran, lo que vivimos miles de compatriotas no es cierto, es “polÃticoâ€. Es difÃcil resistirse a los fuegos artificiales del consumo, que nos bombardean en todo momento y lugar. Es difÃcil darse cuenta, entender que lo que se ofrece para todos no es para todos, es para pocos, cada vez más. Cada vez más los objetos deseados, por la permanente creación de necesidades, cada vez más esos objetos son inalcanzables para las mayorÃas que con su esfuerzo y sacrificio generan una enorme masa de riqueza que sirve para que las minorÃas obtengan lo que quieren.
Arrinconados en la supervivencia, los sectores populares ven desde afuera, desde la vidriera la vida de lujos y placeres. Es el paÃs diseñado adonde nos quieren llevar. Es el capitalismo salvaje adornado con espejitos de colores. Es lo que se necesita para sobrevivir y seguir sirviendo. Es la idea de los colonizadores. Nuestra patria está ocupada. Nuestra responsabilidad es demostrarle a las generaciones que cada vez más duermen en una nube de celulares, tablets, motos, que hay mejores formas de vivir, que todo puede ser más justo. Que hay enfermedades porque hay pobreza, mala alimentación, nula prevención. Que no hay trabajo porque no hay educación de calidad para el pueblo, que podrÃa ser cierto y real un paÃs donde se viaje bien, donde se llegue temprano a casa, donde se pueda hablar con los hijos y trasmitirles tantas cosas, donde no sea un calvario tener que llevarlos a un control o una consulta, donde la escuela sea una comunidad donde se pueda participar, donde la violencia vaya cesando porque se ve el amanecer de un futuro nuevo y distinto, porque no somos iguales pero podemos no ser tan desiguales.
Uno y otro dÃa los más favorecidos pasan con sus zapatillas de miles de pesos, con su ropa costosa, con sus autos de alta gama, por delante de quienes no llegan a la comida para el mes, o a gatas llegan, pero no pueden tener nada de lo que se muestra como imprescindible. “Tenemos derecho a viajar…..Al mundo!†dice la televisión. La verdad es que solo podemos, cuando podemos, viajar al trabajo.
Es largo el camino de la reconstrucción de la conciencia, de lograr romper el oscuro velo que oculta la realidad, que es también como romper los paredones que rodean el country. Hay que transitarlo, porque los gerentes quieren barrer con la memoria de la rebeldÃa, con la historia y la solidaridad, con los vÃnculos que todavÃa nos juntan y nos convocan. Venimos de diferentes lugares, con diferentes miradas, pero eso es precisamente lo que puede enriquecernos. Es hora de empezar a transitar, es hora de ir aprendiendo lo que todavÃa no sabemos, es hora de proponernos terminar con la injusticia y la desigualdad. El sistema nos pone en encrucijadas para dividirnos, es algo que está bien aprendido por ellos, por el poder. El poder es algo concreto, no tiene nada de fantasmal y se lo puede identificar perfectamente. No tenemos que caer en falsas discusiones ni dejarnos fragmentar, tenemos que cuidar el futuro. O no seremos.