Las compañeras lo están revolucionando todo. Una ola enorme libera fuerzas tanto tiempo encerradas, y mucho más transversal que otras, impone la discusión y hasta las palabras.
Muchas venimos de organizaciones tan machistas como revolucionarias, donde no se percibía la contradicción inherente. Las mujeres fuimos garantes del combate, soportamos la tortura, fuimos a la muerte, y asumimos la derrota para levantarnos y seguir intentando construir la alternativa revolucionaria.
Por una vez, la pelea por la equidad, por el reconocimiento se extiende y se generaliza. Muchos derechos los fuimos conquistando en soledad. Ahora somos muchas. Y estos días queremos más que nunca a nuestros compañeros entendiendo y caminando a nuestro lado, son días de lucha y también de memoria. Queda mucho por hacer.
La revolución, que tendrá el nombre que le demos, será en unidad y será feminista.